martes, 31 de julio de 2012

Water.

Primero enciendes el calentador. Después de forma rápida y angustiosa te deshaces de las telas que cubren tu cuerpo. Estás desnuda. Sientes entonces el pelo acariciar tu espalda, cuando te quitas el coletero y liberas tu largo cabello. Sonríes por esa mini sensación. Luego, abres el grifo, de forma delicada acaricias el agua para comprobar su temperatura: "está bien así": piensas. Suspiras. Metes el pie derecho y un escalofrío recorre tu espina dorsal al notar el pequeño cambio de temperatura. Te acaricias los brazos inconscientemente. Después de unos segundos te acabas metiendo dentro de la ducha, agarras el grifo y lo colocas sobre tu cabeza, notas como el agua recorre tu cuerpo desnudo mientras escucha la música de fondo.

De repente, pasados unos minutos apoyas tu espalda húmeda contra la pared y sientes como te vas quedando sin fuerzas. Finalmente te dejas caer, tu cuerpo se desliza y terminas sentada en la bañera, notando como el agua moja tu cuerpo agotado. Tu respiración se vuelve ajetreada, tus manos comienzan a temblar y entonces sucede. Empiezas a llorar, aprovechas esa oportunidad porque sabes que el agua de la ducha te esconderá, camuflará tus lágrimas y nadie se enterará de que las has vuelto a derramar porque tu corazón está cansado de luchar. Lloras, gimes de dolor, algo se rompe en tu interior. No puedes parar de llorar, tu respiración se agita aún más, te acabas abrazando a ti misma, buscando consuelo, calor, ayuda, lo que sea. Suspiras, respiras más fuertes, lloras con más ganas, das un codazo a la bañera, y entonces te acabas haciendo sangre. Acaricias el golpe de tu codo, como la sangre corre entre tus dedos mezclándose con el agua y las lágrimas de tus ojos. Respiras profundamente sabes que ese dolor físico acalla un poco los gritos de dolor de tu desgarrado corazón. Llevas entonces tus manos temblorosas a tu pecho, notas como el órgano que da vida a tu cuerpo late a  un ritmo frenético, desenfrenado, finalmente está jodidamente descontrolado. Mientras tanto, al sangre de tu codo sigue fluyendo por tu piel manchando tu cuerpo desnudo y joven. ¿Qué está ocurriendo?.

Miras a tu alrededor, sigues llorando pero en silencio. Tu codo ha dejado de sangrar y el agua sigue empapando tu piel que se ha erizado del frío. El agua dejó de salir caliente para dar paso a un agua helada que ha calado todos y cada uno de tus huesos a través de los poros de tu piel. Toses. Vuelves a toser, y acaricias tu cuerpo frío, te haces un ovillo mientras sigues llorando y te quedas pensando en todo y en nada. En el pasado y en el futuro. En la vida y en la muerte. En él y en ti. En ese "vosotros" y en el "vosotros" de ahora. Acaricias de nuevo la parte de tu pecho dónde se supone que debajo está tu agotado corazón. Sientes los latidos y como su ritmo va decreciendo lentamente, sonríes de lado y tristemente. Después de la tormenta por fin te has tranquilizado. Te levantas entonces, te lavas el pelo y el resto del cuerpo y una vez finalizado ese procedimiento te colocas la toalla alrededor de tu cuerpo.

Te acercas al lavabo  y escrutas tu reflejo en el espejo. Niegas lentamente. No, sabes que esto no va a acabar contigo, es doloroso, complicado y difícil pero sabes que tú lo conseguirás. ¿Cómo?, es un reto pero podrás con ello. Y te repites en voz baja: sólo dame tiempo.

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