sábado, 28 de septiembre de 2013

"Declárate adicto a mí, tú eres mi mayor adicción".






"No te olvides de que pase lo que pase te quiero", le susurraba mirándole a los ojos. "Que aunque suene egoísta quiero que me necesites tanto yo a ti, y que no desees a nadie más. Que a pesar de la distancia, el tiempo y el mal humor te sigo queriendo. Que quizás, no sea muy feliz pero sé que cuando regreses volveré a serlo. No me gusta que me preguntes si te quiero, porque sé de sobra que cuando me devuelves la mirada lo averiguas. Solo quiero que sonrías porque sentir el tacto de mi piel te hace sentir afortunado, al igual que me sucede a mí. Que pienses que tienes suerte de estar conmigo, porque dicen que soy especial y diferente; y nadie más que tú lo sabe", saboreó sus palabras y después movió de nuevo los labios lista para proseguir: "Declárate adicto a mí, tú eres mi mayor adicción. Ya puedes imaginarte entonces como estaré pasando el mono de no tenerte cerca", después de aquello se permitió guiñarle un ojo.



"No me abandones, no soportaría verlo. Lo superaría sí, pero dime..¿qué cojones haría yo sin ti?. ¿O tú sin mí?", proseguía su discurso. "No hace falta que te busques a otra, ni tan siquiera que te molestes por que te lo pueda decir, fruto de alguna discusión. No vas a necesitarla, pienso convertirme en la persona más imprescindible para ti. Seré tu mejor amiga, seré tu prima, si hace falta tu hermana, tu novia y tu musa. No, no es una declaración de egocentrismo, solo es una puesta en aviso. Pienso ser tan imperfectamente perfecta para ti, que se va a enamorar de ti hasta el último de tus poros, porque así me tienes tú a mí: loca. Loca por todos y cada uno de tus jodidos huesos. No me decepciones tú a mí", observó como en el rostro de él se dibujaba una sonrisa y le robó un beso efímero de los labios.



"Te doy permiso. Te doy permiso para que explores todos y cada uno de los rincones de mi cuerpo y mi mente. Pero no vale enfadarse si encuentras algo que no coordina con lo que tú pienses. Para que me hagas tuya en todos los sentidos, pues recuerda que nunca encajaste tan bien con alguien, como lo haces conmigo. Dame la mano...", cogió su mano con suavidad mientras le miraba con profundidad a los ojos, "Déjame acompañarte, permíteme que te ayude a cumplir tus sueños y a velar por ello. Estar a tu lado la mayor parte de tu camino y del mío, no me separes de ti. No, solo quiero permanecer junto a ti. Viajemos donde quieras, bailemos todo lo que tu cuerpo deseé, hablemos tanto como mi vocabulario nos permita, creemos tanto como el otro nos permita al ser nuestra fuente de inspiración. Durmamos juntos según el permiso que nos den los caprichos del cuerpo, pero despertémonos al lado del otro mientras siga saliendo el sol. Puede que sea demasiado tiempo, pero es que no veo otra alternativa que no sea estar junto a ti. Sea como sea, amamémonos y adorémonos hasta el punto que de tanto amarnos, nos odiemos. Y de tanto odiarnos, volvamos a amarnos". 



Se hizo el silencio y lo único que se escuchó fueron los susurros del más profundo amor.

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