Seamos cómplices de este juego de miradas. Susurrémonos cositas al oído y luego juguemos. Utilicemos nuestro cuerpo para hacer disfrutar al otro. Recorramos con nuestros dedos, la piel ajena mientras nuestros labios se deslizan por ella con una suavidad magnética. Juega con el borde de mi camiseta y termina por desprender a mi piel de esa carga que impide mi desnudez casi completa. Te quitaré yo entonces a ti la tuya y la lanzaré a cualquier rincón de la habitación.
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