Hay veces en la vida en las
que el vaso que hasta ese momento se encontraba medio lleno, acaba
desbordándose e incluso en ocasiones resquebrajándose por el exceso de agua en
su interior. Y es que no, no hay más espacio para más.
Los humanos somos como los
vasos. Después de estar mucho tiempo aguantando, recibiendo menos de lo que se
da y soportando un montón de gilipolleces, explotas. ¡BOOM!. Te cansas, decides
intentar cambiar o por lo menos elegir mejor a las personas a las que vas a dar
todo de ti, a quiénes un cuarto y a las que no les va a tocar nada. Intentas tener más cuidado para saber en
quien confiar y en quien no, o a quien estás dispuesto a creer e incluso poner
la mano en el fuego por esa persona.
Sencillamente hay ocasiones
en las que no aguantas más, tanta mierda, tanta falsedad, tantas palabras que
se lleva el viento y tan pocos hechos…Te agotas psicológicamente y físicamente,
porque es algo insostenible eso de dar un 100% y recibir un 3%.
Seguramente sabes a que me
refiero porque has vivido algo parecido o
incluso estés en una situación familiar. Y es que yo llegada a este punto
ya no creo a nada, y mucho menos a nadie. Me cansé de escuchar palabras vacías
y solo quiero hechos con sentido. Y tú, ¿qué tienes el vaso medio lleno o medio
vacío?
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