domingo, 25 de noviembre de 2012

Si, me rendí.

Sucumbí ante la vida. Me cansé de esperar, de buscar y de luchar. Ya no queda nada por lo que batallar. Las noches no son noches, solo torturas reflexivas. Las mañanas no son mañanas, son ratos de monotonía y las tardes...¡por dios no hablemos de las tardes!

La gente te apuñala por la espalda y quienes parecían tus amigos se olvidan de tu existencia todos los viernes. Las mentiras se acaban volviendo tu canal habitual de radio y a penas escuchas nada más.

Las sonrisas muy escasas, y los gritos en aumento. Te empiezas a hartar de todo, de incluso tu familia y amigos. No quieres ver a nadie, ni escuchar sus palabras. En tu mente todo se vuelve borroso y poco nítido. La realidad te resulta realmente falsa y ya no sabes a quien creer, ni en quien confiar. Para ti, ya nada es verdad, ni tan siquiera lo que considerabas como más.

No tienes una razón para despertarte, ni una ilusión para sonreír. Ver a las personas que quieres a penas te motiva. Los sueños quedan relegados tras esas densas nieblas de confusión y borrasca. ¿Para qué vivir?. Solamente te queda la música, música, música y más minutos musicales que te ayudan a seguir.

Te hartas de todo lo que ocurre a tu alrededor, lo que tolerabas y soportabas te resulta abismalmente insoportable. Tu estado de ánimo habitual es de mal humor y de bordería. Te estás convirtiendo en algo que nunca fuiste: una persona borde y fría. Finalizaron los mimos, los abrazos y las palabras de cariño. O te las devuelven o nada, a penas vale la pena mostrar tu amor a personas que no lo hacen y es que ya no te importa que no sean como tú. Estás hasta las narices de dar y no recibir, es demasiado, demasiado inestable. Si, se acabó, la Pequeña Mrs. Nole se volvió rancia y borde con la gente. No más mimosidad y adorabilidad que no sirve para nada. Fin, caput, the end.

Y es que terminas pensando que lo mejor sería marcharse y no regresar más. Total ya nada vale la pena, los sueños se han roto y quien debería estar se fue sin avisar. Necesitas que te valoren, que te devuelvan lo que les das, pero no uno, o dos, si no todas esas personas que te importan. Si, complicado, pero ya no aguantas más ese desequilibrio en la balanza. No obstante, no resistes y buscas un método para escaparte y no regresar más.

Aquí ya no queda nada que hacer, nada por lo que luchar. Todo es borroso y oscuro, ya no hay más. Solo oscuridad y falsedad. Ni mimos, ni abrazos, ni palabras de amor. Adiós a los sueños, las esperanzas y las ganas de verdad. No hay más, ya está. Si finalmente sí, me rendí.



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