martes, 28 de mayo de 2013

"Mis ojos se cierran, mi corazón se detiene y mi respiración duerme."


De nuevo esa sensación de presión en el estómago, de notar como algo se remueve en mi interior profiriendo un grito silenciado. Otra vez ese miedo atroz se dibuja en mi mente y me susurra palabras que en otro momento pasado ya escuché y me acorralaron. Trato entonces de escapar...pero de nuevo esos fantasmas se aparecen y me intentan manipular. ¿Qué hacer: correr o esperar?

Correr. Siento como al mover de forma rápida y enérgica mis piernas dejo algo atrás. Me da cosa girarme y comprobar si realmente se me ha caído algo del bolsillo derecho de la chupa, a saber...que puedo encontrarme en medio de este jodido bosque. Todo está oscuro, el negro es tan opaco que siento como me pesa en los hombros y me dificulta la carrera. ¿Dónde estoy y cómo cojones he llegado hasta aquí?

El silencio es la armonía reinante en este lugar, el paisaje es demasiado terrorífico para mi gusto. Me atrevo a pensar que tal vez...No, no es posible, recordaría haber llegado a este sitio extraño y apartado. ¿Dónde quedaron los ciervecitos en plan Bambi y el verde de los árboles?, aquí todo es extremadamente gris.

Sigo corriendo, la opción de pararme no me parece realmente acertada, además siento como la tensión reinante en mi estómago se está cebando con el resto de mi cuerpo. Clava con ansia sus punzadas de dolor y las piernas me flanquean. No pienso permitir que el miedo se apodere de mí, o ...¿será tortura física en vez de terror?. No sé porque, pero se me ocurre bajar la vista hacia mi tripa y me encuentro con que un color rojo carmesí decora mi camiseta y tiñe mi mano. Ahora ya lo entiendo.

Trato de mantener el ritmo, aunque pierdo sangre a un compás frenético, puedo sentirla correr por entre los surcos de mi piel. Pero, no puedo. No puedo seguir con la escapada, a pesar de oír ruidos extraños que me incitan a proseguir. Alguien me está siguiendo, puedo sentir su aliento detrás de mi nuca y su respiración es tan fuerte y ruidosa que impera sobre los demás sonidos de la noche.

Definitivamente la pérdida de sangre es inmensa, mi cuerpo me pide a gritos que me detenga, que pare, que así no puede funcionar. Me siento derrotada, y me dejo caer contra el frío y duro tronco de uno de estos malditos árboles que crecen en lo que parece el atrezzo de mi último aliento. La sangre sigue fluyendo, trato de tapar la herida pero es imposible...Me rindo, y aunque mi respiración se empieza a relajar de manera mortífera y mis párpados cansados e incapaces de mantenerse un segundo más abiertos, puedo observarle. Se acerca, tanto que está a unos milímetros de mí. Puedo sentir un horror inundando mi cuerpo al comprobar sus facciones, pero...extrañamente acerca su mano a mi rostro y me lo acaricia como si de una hermosa obra de cristal se tratase y temiera romper. No sé quien es...puede...puede que él o eso fuera la razón por la que me encuentro aquí en medio de la nada. Pero, justo cuando consigo recordar como llegué aquí, mis ojos se cierran, mi corazón se detiene y mi respiración duerme.


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