miércoles, 4 de julio de 2012

"Sólo dame tiempo".


Miras. Vuelves a mirar a ambos lados. ¿Qué camino tomar?, ¿derecha o izquierda?. Ambos son apeticibles...pero irremediablemente uno te convence más, te llama más...susurra tu nombre y quieres tomar ese camino. Pero...lo miras, está escarpado, lleno de piedras y quizás cuando comiences a andar por él resbales o te caigas. Sabes que te vas a hacer daño, sabes que quizás te dobles un tobillo o te rompas una pierna por culpa de un socabón...Pero..quieres, quieres ir por la derecha. Sientes que es tu camino.

En cambio, miras un momento a la izquierda...Sonríes. Apenas hay obstáculos. ¿Por qué no tomas ese?...No...sabes que no. Sabes que ese camino no te va a dar la felicidad. Quizás algunos pequeños instantes y algunas sonrisas fugaces...pero no. Ese no es tu camino. Y sabes perfectamente porque no lo es. Sencillamente no sientes que sea tu camino. No sientes que sea el camino que debes tomar, ni tan siquiera se te pasa por la cabeza la mínima posibilidad de que ese sea tu camino. Pero...te gusta. Algo tiene ese sendero que te llama, te relaja y te tranquiliza...Pero no...el corazón te grita mil y una veces: NO!, ESE NO ES EL CAMINO. TOMA EL JODIDO CAMINO DE LA DERECHA IDIOTA!. Tu mente en cambio te hace pensar...te hace dudar, sobre que camino escoger. Y entonces...

Vuelves a mirar: derecha e izquierda. Izquierda y derecha. ¿Cuál es cuál?,  ¿cuál es el correcto?. No hace falta que nadie te conteste porque por un extraño sexto sentido sabes que el de la derecha siempre ha sido el indicado. Lo sabes con total seguridad desde que llegaste a ese cruce de senderos. Pero...sigues dudando, tu corazón comienza a acelerarse, empieza a bombear sangre a una velocidad frenética. Notas además, como unas gotas de sudor frío te recorren la frente y sientes un escalofrío desde el inicio hasta el final de tu espina dorsal. Ya está. No aguantas más. Comienzas a gritar...pides ayuda...pero no...Nadie acude a tu encuentro. Entonces, te desesperas, gritas, y gritas y rompes a llorar. ¿Dónde está ahora todo el mundo?, ¿Por qué nadie me manda una señal? ¿Derecha o Izquierda?..No...aguantas más. Te caes, hincas las rodillas en el suelo, escondes tu rostro entre tus manos frías y lloras. Derramas lágrimas de ansiedad, inseguridad, miedo y soledad. Poco a poco, notas como esa opresión de tu pecho se va liberando, a pesar de que te cuesta un poco respirar debido a los nervios y el llanto desconsolado. Pasan unos minutos, dejas de llorar, miras el suelo...Miras tus rodillas con la piel rasgada y pequeñas gotas de sangre por el impacto que ha supuesto que te dejaras caer al suelo. Empieza a picarte...pero el dolor de no saber que haces te supera. De ese modo el dolor físico queda en segundo plano. Suspiras y empiezas a respirar profundamente y de forma lenta. Coges aire y lo echas, y así un repetido número de veces. Cuando vuelves a notar que tus pulmones se recuperan, es entonces cuando empiezas a levantarte. Ignoras la suciedad de tu ropa y pasas de limpiarte. Pones la espalda recta, vuelves a respirar hondo y te limpias las lágrimas secas al mismo tiempo que te sorbes los mocos. Deslizas tus dedos por tu cabello y te apartas esos pelos rebeldes que te dificultan la visión. Entonces, te preguntas: ¿derecha o izquierda?. Después de la pregunta guardas unos segundos o incluso unos minutos de silencio. Vale. Sonríes. ¿Por qué sonríes?. Miras un momento hacia la izquierda y te despides con una mirada triste y un susurro casi inaudible...Luego te giras a la derecha..."Joder...es un camino complicado": piensas. Aún así...ya has empezado a caminar...hacia la derecha. Tu corazón sigue latiendo deprisa...pero está sosegado porque sabe que ha cogido el camino indicado. Será difícil y lo sabes, pero aún así, prosigues la marcha. Sabes que lo conseguirás, necesitarás mucho tiempo, pero, ese, ese es tu camino. El correcto. Lo sabes porque te lo dicta tu corazón. Entonces susurras en voz baja mientras camina con paso firme y con cuidado de no caerte: "Sólo dame tiempo."

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