Agobios,
celos y lágrimas por doquier. Al principio soportable, después intragable.
Quizás fueron la falta de ganas de luchar de él y el exceso que ponía ella en
proseguir. Demasiado dolor, demasié. Quizás el intento de ella por quererlo
solo para sí misma, o la excesiva calidez de él con otras.
Finalmente
un obcecado Marzo, el hielo se construyó entre ellos. El aire era espeso y se
olía a final, odioso final. El silencio como respuesta y las lágrimas como
compañeras nocturnas durante aquel mes de desolación.
Se
acabó. Insistía en la falta de amor, pero aquella respuesta no era demasiado
creíble para ella. El agobio y la cobardía sonaban mejor como contestación.
Adiós…¿volverás?. No, no lo creo. Pero vaya…unas semanas fueron el período en
que tardó en volver a manifestarse.
Verano.
Aquellos días calurosos, donde la tirita para la herida parecía más próxima…terminó
alejándose. ¿Razón?, una pequeña mancha en su historial. Otra persona capaz de
distraerle fue el motivo de su retirada. Y tal vez las ganas de volverlo a intentar.
La
odiosa conclusión para esta historia que se resiste a acabar es que
emocionalmente inestables los dos acabaron sin más. A ninguno se le ve feliz
desde la ausencia del otro. No era entonces, la razón del final la falta de
amor, no, jamás lo fue. El problema es que la respuesta sigue sin llegar. Él sigue
sin regresar y ella sigue esperando su reencuentro inesperado en noche azul.
Menuda
estupidez…¿para qué acabar si ahora son infelices por amor?, ¿si no la amabas
por qué ya no sonríes cómo antes cuando ella te acompañaba en las más oscuras
noches al otro lado de la cama?.
¿Qué
ocurrirá?, la herida sigue intacta, sangra a menos velocidad pero no atina a
cicatrizar. Tal vez…tal vez, quizás solo sea una pausa y no un punto y final.
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