Si, lo
hice. Sí, cambié. Me obligasteis a ello, a dejar atrás todo lo que había sido y
sabía ser desde que nací. Tuve que desprenderme de algo que sigue escondido
bajo esta coraza inservible que no sé para que empleo.
No
busco que mi nuevo disfraz os agrade, sencillamente que me sirva de protección
de decepciones y desesperaciones. La batalla me ha dado en el costado y mi
respiración se ha vuelto entrecortada y pausada. Las fuerzas se han debilitado,
pero los muros han seguido construyéndose en torno a mi alma y mi corazón.
Ahora
intento ser de otra manera para evitar más dolor. Solamente a las personas que
considero correctas les doy aquello que merecen. Pero, he de admitir que a
pesar de mi gruesa armadura de metal todavía hay personas que me consiguen
llegar.
Alguien
me dijo una vez que las personas nunca cambian, sencillamente fingen haberlo
hecho. ¿Has fingido tú alguna vez cambiar?
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