Me he
estado preguntando porque no venía y escribía algo como los dos años
anteriores, como los dos primeros aniversarios de su muerte. No sabía
exactamente, si hacerlo o no, puesto que plasmar la tristeza y hacer llorar a
algunos con unas cuantas palabras provenientes del corazón puede ser tomado como
algo un tanto cruel y desmesurado. Pero,
definitivamente encontré la respuesta a esa cuestión hace apenas unos segundos,
cuando comenzaba a escribir esto a las 20:57 del tercer 27 de febrero en el que
su ausencia marca nuestras vidas.
A la
vista está, la evidencia de que la respuesta ha sido positiva. Pero…¿por qué?,
pues sencillo para que tu recuerdo perdure en nuestra memoria. Para que tu
ausencia no sirva de pretexto para que se te olvide, y para que el mundo siga
recordando que los grandes hombres han existido y existen. Pues, una vez me
contaron que si un escritor se enamoraba o escribía sobre alguien, esa persona
nunca sería olvidada. Y bueno, aquí estoy yo para que tu imagen siga en nuestra
memoria y tu porte galante de caballero con bastón siga presente en el mundo
unos cuantos años más, ¿y por qué no décadas?.
27 de
Febrero de 2010, podría afirmar y es más afirmo decidida que ese día cambió
nuestro mundo. Que ese penúltimo día del único mes con 28 días, mi universo cambió
y algo se resquebrajó en mi interior y en el de los que me rodeaban. Fue un día
triste, aunque diría mejor que fue un día vacío .Nunca antes había sentido la
inmensidad de la nada tan adentro…No sé exactamente como explicarlo, pero es
tan sencillo como cuando pierdes a alguien que aunque sea silencioso y apenas
ves está ahí. Quizás al día a día no notaba demasiado su presencia, pero cuando
desapareció su ausencia se clavó en mi costado, como la de Ramón Sijé a Miguel
Hernández. Y es que una Navidad tras otra, y una comida familiar tras otra, su
ausencia sigue encadenada a la silla que para nosotros nunca ha abandonado. Su
esencia puede sentirse en nuestras miradas, en nuestras palabras y nuestras
animas. Hablamos y le recordamos y sonreímos.
Porque a fin de cuentas, no debemos quedarnos con la tristeza de la
pérdida, no…Tenemos que pensar que si realmente existe algo tras la muerte, es
una nueva vida en la que Simón Hernández, “El Metro”, vive entre grandes. No
obstante, no debemos martirizarnos, pues gracias a yo que sé que, pude
conocerle, yo y el resto de mis primos, que juntos éramos y somos sus
bisnietos. Pude disfrutar de alguien que fue para mí mucho más que el padre de
mi abuela materna, que llegó a convertirse en un gran abuelo, alguien que me
quería, me cuidaba e incluso me admiraba y llamaba “Capitana”.
Para
terminar..¿para finalizar?, lo normal sería acabar con las típicas palabras de:
“No te olvidaremos, siempre vivirás en nuestros corazones y blabla”. Pero, creo
que no es necesario repetir tales banales palabras, pues cada uno de nosotros sabemos
donde, cuando, como y porque nos acordamos de él. Todos conocemos y lo
recordamos cuando necesitamos que su presencia siga a nuestro lado. Así que sin
más dilación, buenas noches Abuelo, espero que descanses y veles por mis
sueños. Yo prometo hacerlo.
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