viernes, 20 de septiembre de 2013

La misma luna.

Realmente eran idiotas. Parecía que cuanto más se extrañaban, más daño hacían. Lo racional se quedaba apartado en un rincón para dar paso a la corriente emocional. Dicen que después de la tormenta, se piensa con más claridad. Que lo cuenten a ella. Todas sus teorías parecían cojear y no tenía en que apoyarse. Empezaba a pensar que todo había sido de su caótico mundo interno, y que nada podía presumir de realidad. Quizás era el arrepentimiento o quien sabe que.

La palabra "aguantar" siempre le había resultado ambigua, sobretodo a lo que en cuestiones de orgullo se refiere. Le parecía realmente absurdo no hacer algo por orgullo, al final y al cabo solo era un impedimento para demostrar algunas cosas. 

Se rebanaba la cabeza tratando de encontrar la explicación a todo aquello. A lo mejor se había pasado, o excedido, quizás había malinterpretado algunas cosas...pero es que se sentía tan en ruinas por dentro, que nada más por lo que le dijo una vez, tenía que sacar todo lo que albergaba dentro.

Si se paraba a pensarlo, Sabina tenía razón, demasiada: "El amor es un juego en un que par de ciegos  juegan a hacerse daño". A veces se sorprendía de como el ser humano funciona, pues parecía que cuanto más lo echaba de menos, más se mezclaba todo en su cabeza y estallaba. Y todo por un puñado de números agrupados en la fea unidad de medida "km's" que los separaba. 



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